jueves, 4 de junio de 2015

Quema



 Los cambios siempre son buenos, pero son cambios y duelen. Sobretodo si son los del corazón, donde se deja la piel y las ganas. Hace días que escríbí eso pero todos los que me conocen saben que hasta que no lo escribo, no lo escupo, no lo saco y dejo salir. Pues junto con una canción, dejó aquí lo último que habla de él, mis últimos pensamientos sobre esto que me ayuden a curar. Cerrar la herida.

Está es la canción y junto a ella os dejo mis ilusiones muertas, mis decepciones amargas y mi realidad llena de recuerdos. Espero que os guste, está cargado de mi y de parte de lo que he vivido. Gracias por ser complices de esta historia.





Querer duele.


Entregas todo, tus intenciones, esperanzas, sueños, das tu mejor esfuerzo.


Cada día dejas un poco más de ti en una relación que se te antoja pequeña para lo poco que dura la vida.


Porque mil vidas no serían suficientes, y lo seguirías queriendo con cada célula de tu piel.


Algo me oprime el pecho y ahogo un llanto. No puedo creer que una se quede vacía y esto sea tan doloroso.


Me araño la piel intentando sacarme todo de dentro, todo ese dolor que solo me deja respirar para vivir, comer lo justo y dormir lo necesario.


Tantas preguntas y sentimientos aprietan mi corazón que siento que me desgarran por dentro.


Lloro.


Sin barreras ni frenos.


Todo sale a borbotones como una presa que se abre paso, destruyendo todo a su paso.


Y parece que no va a parar nunca.


Ya no volveré a ver sus ojos, a tocar su cara, acariciarle el pelo, besarlo.


Sentirlo.


Se supone que debo dejar de quererlo.


Ya no me cuidará y me querrá jamás. Han pasado días y sigo llorando lo mismo. Miro mi teléfono rogando 

un mensaje.

-         
                                  Por favor, vuelve – susurro. Tan débil como sé que es ese pensamiento y la probabilidad de que regrese junto a mí.


Y sigo llorando como su acabara de pasar. Deseando que donde quiera que este, me eche de menos como yo a él.


Amar duele.


Cierro los ojos y cuento, intentando pensar en otra cosa.


Uno…


Recuerdo su cara, el nudo en el estomago al verlo la primera vez, sin tener ni idea de que esto sería tan grande. Cómo estaba tan nervios, como yo. Ambos tímidos en un banco, bajo la lluvia.

  
Dos…

 
                                                   -    ¿Alguna vez veré esa espalda?

                                                 -   Bueno con el tiempo sí, no sé.

                                                -   ¿No vamos a ser solo amigos?

                                                -   ¿Quieres que solo seamos amigos?


Y de repente me besa para cambiarme el mundo, la vida, mi forma de ver las cosas.


Ese beso me dijo que  aquí dejaría mucho, mi vida no iba a ser igual.


Tres…


 Y salté a sabiendas de que supe en ese segundo que dejaría hasta la piel. La razón era simple. Me besaba como si fuera lo más delicado  y con la mínima presión me fuera a romper.


Yo siempre he sido la dura, la que lo aguanta todo… y de repente soy una flor en sus labios. Me acariciaba la cara como si fuera a desaparecer y ese momento no fuera a repetirse.


Me hace sentir frágil, pero protegida. Un espacio en el cual poder descansar, bajar las armas y las defensas. 

Poder quedarme desnuda sin miedo a ser herida.


Sabía que nunca me haría daño. Sabía.


Cuatro…


Tímida y con miedo a no gustarle, nos besamos y hacemos el amor con la necesidad en los ojos, en la 
sangre. Con sus caricias siento todo lo que piensa y yo lo toco con suavidad para que note mi amor, mis ganas de cuidarlo. Que supiera que todo lo que siente y me da tiene respuesta.


Mi alma se enciende por tenerlo conmigo.


Lloro de miedo. Él me abraza y me salva de esos pensamientos, de las horribles dudas. Yo no he podido salvarlo a él, no ha querido que lo salvara.


Lo quiero tanto.


Cinco…


Nos reímos sin parar. Lo persigo haciéndole cosquillas y me encanta verlo tan desarmado y pequeño. Verlo sonreír y pensar que soy yo la que puede hacer todo eso, me llena desde dentro y llega hasta cada gramo de mí.


Yo sola soy capaz de hacerlo feliz, y como sea igual que lo que él consigue hacer conmigo, puedo considerarme muy afortunada.



Seis…


Los recuerdos no paran de llegar y la idea era pensar en blanco. Nos pasamos dos horas en un coche, todo para ver que había puesto todas sus ganas en darme mi primera fiesta sorpresa. Solo porque quería verme feliz.


Siete…


El dolor aumenta, no se detiene. Solo veo cada cosa que hemos pasado y que se acaba en un mensaje en el móvil.


No quiere verme y despedirse, dejarme se le ha ocurrido sobre la marcha, no piensa en que me pierde ni en solucionarlo. No me quiere. Y con dejarme por teléfono para él es suficiente.


Ocho…


Duele demasiado. No ha venido a dejarme y comprobar sí es lo que quiere. No quiere espacio, no quiere luchar por lo nuestro. Todo lo que teníamos se ha ido, se escapa entre mis dedos y como el humo, solo puedo verlo pero no mantenerlo, agárralo fuerte. Demostrarle que merece la pena.


Nueve…


No me quiere.


Dejo de contar.


Es una tontería y no sirve de nada.


Me quedo llena de fotos suyas, de un dibujo que quería darle para compensar que no nos vemos tanto pero que sigo ahí. Que me tiene a su lado todo el día.


“A lo mejor yo tengo dinero y tu no”


Joder. No creía en mí. Ni un poquito. Mi lucha diaria para mejorar mi vida no significa nada para él. No me entiende, no confía. Hace que me sienta tan sola, tan fuera de lugar junto a él que lo tiene todo.


Todo me sabe a él, series, música, todo. No quiero hacer nada si sé que no estará ahí.


Ya no volveré a escucharlo llamarme “enana”.


El corazón solo espera que un mensaje sea suyo, poder leer “necesito verte”.


Las lágrimas no me dejan ver nada, solo a él con otra que lo haga feliz.


Joder


Quería ser yo quien lo hiciera feliz. Quería hacerle el amor yo, cuidarlo yo, porque me estaba dejando la piel y para mí ya podía estar para siempre haciéndolo que valía la pena.


Quería verlo crecer yo. Ayudarlo y mimarlo. Lucha con él y andar en el camino que llamamos vida.


Porque para mí era perfecto de pies a cabeza. Tan cariñoso, tan pendiente. Era escucharme toser y ya estaba ahí  para preocuparse y desvelarse. Junto a él vinieron tantas cosas buenas que no podía creer que pudiera merecer tanto.


Abrazarlo mientras dormía era mi regalo, mi tesoro, mi recompensa.


Y de repente todo debe acabarse. Piensas que es una mala racha, pasajero, él te quiere, te entiende y tendrá paciencia….


No.


Para él, en la primera dificultad, todo se ha acabado, me ha dejado de querer ante la primera piedra. No soy una chica que lo acompañe en lo que quiera, no. Soy aburrida, no tengo facilidad para poder verle. Soy una desmotivación para él.


Dos espíritus diferentes, para mi luchar era síntoma de algo bueno, algo que se está creando y construyendo. 

Para el solo significaba cansancio, problemas, frío.


Solo puedo dejarlo ir, esperando que el tiempo pase lo suficientemente rápido como para que el dolor no me atosigue, no me deje mucha cicatriz.


Despertarme un día y no acordarme de él ni un instante. Ahora parece un mundo pero pasará.


Aunque mi corazón siempre salte al verlo.


Lloro.


Mi mente piensa y analiza, mi corazón solo sabe una cosa.


Amar duele.


Y duele como el puto infierno.